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jueves, 8 de enero de 2015

Las marcas y el activismo de los consumidores

Puro marketing publica una entrada titulada Internet y redes sociales, terreno para el activismo de los consumidores contra las marcas. Recomendamos su lectura ya que explica las peligrosas consecuencias que puede tener la opinión  de consumidores y de grupos de presión sobre la reputación y la compra y consumo de determinadas marcas.

Tradicionalmente la preocupación de las empresas se circunscribían casi exclusivamente a a la repercusión negativa que los problemas de calidad pudieran tener en la imagen y venta de sus productos. En la memoria de todos están los problemas de   CocaCola en Bélgica con las famosas dioxinas o  los fallos de fabricación  de empresas del sector del automóvil. La mayoría de las grandes compañías contemplaban protocolos de contingencia en el que intervenían todos los departamentos de la empresa para dar una respuesta adecuada a posibles situaciones de emergencia relacionadas con las corrientes de opinión de los que se hacían eco los medios de comunicación.


Internet y las redes sociales han ampliado este espectro de preocupación empresarial por el fenómeno del activismo del consumidor que puede manifestarse no solo en situaciones eventuales sino con frecuencia y de una forma mucho más heterógenea: Decisiones laborales de la compañía (CocaCola en España), nacionalismos (cava), abusos en los procesos de deslocalización de la producción (Primark, Nike) , corrientes conservacionistas (Green Peace), o las corrientes nutricionales (Mc. Donalds), son factores que pueden manifestarse de manera contundente actuando negativamente en la opinión pública, promoviendo en ocasiones el boicot de determinadas marcas. Las empresas se encuentran ante una nueva realidad que las obliga a abrir mucho más su óptica de preocupación y alerta.

Los peligros del activismo del consumidor:


Una conocida marca de productos lácteos en España sufrió un episodio de muy duras consecuencias. A principios de los 90' tras la celebración de un multitudinario congreso de Pediatría en Madrid, se emitió un documento en el cual se pone de manifiesto la preocupación de los pediatras por la tendencia creciente en los índices de colesterol en sangre en la infancia española. Se publica un listado de los productos que se consideran causantes de este incremento y entre ellos aparece uno de los productos de dicha empresa. Se considera que tiene un excesivo contenido de materia grasa, que alcanzaba según la etiqueta un 40%. Nadie en dicho congreso advirtió a los asistentes de que la Ley de etiquetado de entonces obligaba a consignar los contenidos de materia grasa sobre el extracto seco (M.G.E.S), es decir sobre todo aquello que no es agua en el producto. En realidad el contenido total del grasa era del 8%, una cantidad de grasa que el niño procesa muy rápidamente máxime en determinadas edades en las que la grasa animal juega un papel importante en el desarrollo neuronal.

Consecuencias: Se privó a muchos niños de consumir un producto que lejos de hacerle daño le aportaba no solamente esas grasas esenciales para la neurogénesis, sino el calcio necesario en su crecimiento. Esta crisis supuso para la compañía un notable descenso de ventas y una enorme inversión en comunicación para lograr revertir la situación muchos años después del congreso mencionado.



Con facilidad se suele olvidar que las empresas son organizaciones generadoras de riqueza y empleo. Evidentemente ninguna organización empresarial es una vaca sagrada a la que no se pueda sacar los colores cuando lo merezcan, y es sano que existan individuos o incluso grupos de presión que puedan exponer sus insatisfacciones más o menos profundas por sus comportamientos incorrectos o perjudiciales. Es bueno incluso para las propias empresas el que la sociedad manifieste sus estados de opinión frente a ella. Pobres de las empresas que no escuchen a sus clientes. La responsabilidad social corporativa es una manera de enriquecer la dialéctica necesaria entre empresas y consumidores. Pero es evidente que a la hora de expresar opiniones contrarias a una marca se puede no ser del todo objetivo y se estará afectando de forma injusta a la reputación de empresas que en condiciones normales son las primeras interesadas en que sus productos y servicios cumplan con las expectativas y deseos de sus clientes.


La empresa comprendió que  detrás de la postura de los pediatras en su momento no había mala intención pero fue una dura lección que le enseñó que el papel de los prescriptores era fundamental en su negocio y que, en los sucesivo, los nuevos productos saldrían al mercado con el beneplácito de organismos de referencia autorizados.

Hay una conocida marca de refrescos que se ha convertido en blanco sistemático de corrientes de opinión de todo tipo. Curiosamente, se trata de una marca nacida a finales del siglo XIX y desde entonces hasta ahora la esperanza de vida de la población no ha dejado de crecer. Es obvio que si los efectos negativos de estos productos en la salud son tan dramáticamente demoledores como muchos argumentan, esto no habría sucedido. Si usted se bebe dos litros diarios de un refresco de cola muy probablemente le acabará haciendo daño. Si esos dos litros son de infusión de manzanilla, también puede irritar su aparato digestivo. 


Alimentar a una población de cientos de millones de personas en todo el mundo implica el uso de sistemas de producción y aditivos que garanticen que el producto llega en condiciones de conservación aptas para el consumo. Ello incluye, conservantes, fertilizantes, insecticidas, etc. Los coches contaminan, cada vez menos pero contaminan, incluyendo los eléctricos, y no podemos dejar de usarlos. Los médicos nos recomiendan incluir una copa de vino en las comidas pero todos sabemos que podría no ser bueno consumir más de esa copa. 

Lo importante es que todo el mundo esté bien informado y que tome con libertad sus decisiones respecto a lo que come, a la forma en que se desplaza o a la ropa que viste. La presión social es siempre necesaria porque induce a generar mejoras de todo tipo en las empresas y en sus productos. Las empresas han demostrado su capacidad de adaptación a las tendencias sociales y culturales porque en ello va su propia subsistencia.

martes, 17 de junio de 2014

Puro Marketing: Cómo un mal cambio de branding puede dañar una marca

La marca es el principal activo de cualquier organización. Por ello los cambios que se realizan en sus manifestaciones visibles tales como el logotipo, el packaging o cualquier otra aplicación, debe ser consecuencia de un riguroso proceso que garantice que los cambios van a ser bienvenidos por parte del consumidor. Este artículo que reproducimos de Puro Marketing es muy ilustrativo y nos habla de éxitos y fracasos en el proceso.

Uno de los momentos más sensibles para una marca es el momento en el que deciden cambiar su imagen corporativa. El logo, la imagen de marca y hasta el packaging que han usado hasta el momento - y al que los consumidores se han acostumbrado y al que muchas veces han aprendido a querer - debe ser modificado. Posiblemente, los responsables de la marca quieren darle un aspecto nuevo, refrescar su imagen o llegar a nuevos nichos de mercado.

A veces, un lavado de cara consigue mejorar las posiciones de la firma, renovar su compromiso con los consumidores o llegar a donde hasta ese momento no había llegado. Otras veces, sin embargo, el cambio de branding es solo el primer paso para la tragedia. En el proceso de cambio lo único que la marca consigue son críticas, incomprensión y a veces hasta una caída de las ventas, porque olvidan lo básico y se dejan arrastrar a varios errores en rebranding.

Happy Meal. El menú infantil de McDonald's tiene una identidad corporativa muy clara, que incluso se ha convertido en un elemento internacional: Una caja de cartón, decorada con los elementos asociados a la promoción de turno (y hasta la promoción de turno se ha convertido en algo por lo que los consumidores esperan), con una forma siempre igual.